El Camino a la Felicidad
Todas las culturas de todos los tiempos han dependido de un código moral para proporcionar directrices amplias de conducta que favorezcan el acuerdo social y la supervivencia. Aun cuando mucho de lo que aparece en estos códigos morales del pasado puede no parecer particularmente relevante para el siglo XXI, cuando estos se escribieron eran completamente relevantes. Ayudaron a asegurar la continuación de la familia, del grupo y de la nación. Proporcionaron los medios con los que la gente mantenía los principios básicos de honestidad y confianza mutua. En resumen, el código moral suministraba los principios predominantes mediante los cuales los hombres podían vivir de manera pacífica, próspera y en armonía unos con otros.
Para el comienzo de la década de 1980, sin embargo, como lo expresó el Sr. Hubbard tan directamente, el mundo se había convertido en una verdadera jungla. Los indicios se encontraban por todas partes. “La Codicia es Buena”, se convirtió en un aforismo popular de moda, mientras se acumulaban fortunas extremas mediante la manipulación de acciones y fraude. Si el arte y el espectáculo eran un reflejo de la realidad, entonces los años ochenta marcaron el inicio de una era de violencia despreocupada y en verdad aterradora. De la misma manera, quién puede olvidar lo que la década de 1980 significó en términos de violencia en los barrios urbanos donde niños de doce y trece años asesinaban a sus compañeros, sin inmutarse. De ahí el regusto escalofriante de los términos que se desarrollaron para describir la violencia.
Fue a la vista de este panorama de ausencia de moralidad que L. Ronald Hubbard presentó su folleto El Camino a la Felicidad en 1981. Por lo general, su enfoque fue amplio tanto histórica como culturalmente. De la misma forma en que los individuos de las culturas antiguas necesitaban de un código moral que les ayudara a mantener su tejido, del mismo modo afirmó que los miembros de nuestra sociedad necesitaban uno, ya que los antiguos valores se habían roto y aún no habían sido remplazados por nuevos, y al mismo tiempo los códigos basados en las religiones de épocas pasadas exigían una fe que muchas personas ya no podían encontrar en sí mismas. También concluyó que no eran fiables las teorías que defendían que los niños asumían de forma natural un punto de vista moral y más fiable. Así pues, escribió El Camino a la Felicidad.
Esta obra es el único código moral dirigido a una sociedad pragmática, de alta tecnología y enormemente suspicaz. Es la primera obra de su género basada totalmente en el sentido común, y es de naturaleza totalmente no religiosa. No tiene ningún otro propósito más que el de despertar el sentido común de los lectores, y está diseñado para ayudarles a aplicar realmente estos preceptos a su vida diaria. A pesar de las muchas diferencias de nacionalidad, políticas, raciales, religiosas o de otro tipo, cada uno de nosotros como individuos debe abrirse su propio camino en la vida. El Camino a la Felicidad enseña que tal camino, puede mejorar si los preceptos que se presentan se conocen y se usan.
La vida en una sociedad inmoral puede ser mucho más que simplemente difícil, ya que incluso los valores humanos más fundamentales se ridiculizan. Para contrarrestar tal tendencia de valores morales en decadencia El Camino a la Felicidad del Sr. Hubbard contiene veintiún preceptos y cada uno constituye una regla para la vida, pertinente a cada una de las personas de nuestra comunidad global. De hecho, en la actualidad se han puesto en circulación más de cien millones de ejemplares del folleto en más de doscientos países y cien idiomas, y esto no parece tener fin. Hasta el día de hoy, esta obra ha recibido muchos reconocimientos del Congreso de Estados Unidos y ha sido apoyada con entusiasmo por la policía, dirigentes civiles, hombres de negocios y educadores. Forma la base de campañas que han tenido un enorme éxito como: “Da un Buen Ejemplo” y “Saca las Drogas de las Escuelas”, que alcanzaron a cerca de doce millones de estudiantes, padres y maestros estadounidenses en más de 12 000 escuelas primarias, secundarias y preparatorias. Estas campañas, a su vez, han recibido el apoyo de más de 90 gobernadores y legisladores estatales, al igual que de directores de programas estatales antialcohol y antidroga, y de departamentos educativos en cientos de comunidades a lo largo de todo Estados Unidos.
“La felicidad consiste en emprender actividades que valgan la pena. Pero solo existe una persona que podrá decirte con certeza lo que te hará feliz; tú mismo”.
Los elogios son bien merecidos. Una escuela de Ohio, por ejemplo, antes de su participación en el programa de El Camino a la Felicidad, había sufrido por el consumo de drogas así como por una violencia frecuente, mientras que el nivel de lectura de sus estudiantes era menor a la media nacional. Después de un programa de dos años con El Camino a la Felicidad, pudo comprobarse que estas tendencias habían cambiado de forma impresionante. Se declaró que la escuela había quedado libre de drogas y el nivel de lectura se elevó muy por encima de los promedios nacionales.
De la misma manera, durante los disturbios en la zona central del sur de Los Ángeles, se comprobó que la distribución de El Camino a la Felicidad tuvo profundos efectos. Por ejemplo, después de que los miembros más empedernidos de una pandilla leyeron (o se les leyó) El Camino a la Felicidad, de forma voluntaria limpiaron los grafitis de 130 edificios de su vecindario, mientras distribuían cientos de folletos a los vecinos. El folleto inspiró también campañas de reparto de comida y acciones de limpieza después de los disturbios de Los Ángeles en 1992 así como después del terremoto de 1994 en esta misma ciudad. Un líder de la comunidad de la zona central del sur de Los Ángeles que encabeza la organización llamada “Los Padres de Watts” dijo: “Hemos estado regalando este libro durante unos dos o tres meses. En este tiempo no ha habido ningún otro cambio en la comunidad más que la entrega de este libro y realmente hemos visto un cambio que debemos atribuir a El Camino a la Felicidad”.
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Internacionalmente, El Camino a la Felicidad del Sr. Hubbard ha demostrado ser también un significativo catalizador para un cambio positivo. En el municipio de Soweto, Sudáfrica, por ejemplo, una campaña basada en el principio “Protege y Mejora Tu Medio Ambiente” recibió el apoyo de la mayor cadena alimenticia del país y grandes sindicatos obreros después de que la distribución del folleto hubiera mejorado de forma espectacular las relaciones comunitarias. Como explicó un residente: “La tasa de violencia ha disminuido tanto que ahora hemos aprendido a sentarnos juntos y compartir nuestros puntos de vista. Esta relación es el fruto de sus maravillosos folletos”. Otra campaña en la ciudad sudafricana de Pietermaritzburg demostró ser tan exitosa en aliviar la tensión racial, que la policía de Sudáfrica solicitó 114 000 ejemplares de El Camino a la Felicidad; uno para cada oficial en todo el país. Del mismo modo adoptando el folleto por completo están las Iglesias Anglicana y Pentecostal de Sudáfrica en la provincia de Gauteng en la parte este de Ciudad del Cabo.
Hay mucho más. El Departamento de Policía de la ciudad de Moscú tiene ejemplares de El Camino a la Felicidad con un prefacio que dice: “Este libro se lo recomienda el Departamento de Policía de la ciudad de Moscú con la esperanza de que le ayude a lograr una vida mejor y más feliz”. Además, este folleto lo reimprimió el periódico más grande de la ciudad por el simple hecho que frecuentemente ha demostrado ser una influencia que calma a las poblaciones inquietas. Por citar solo dos ejemplos: en este momento está teniendo lugar una distribución masiva de folletos de El Camino a la Felicidad a nivel nacional en Tailandia, con el fin de apaciguar la violencia política, mientras que en el Congo, su efecto ya ha llegado a las milicias rebeldes, causando incluso que un grupo depusiera las armas.
Por todas las razones anteriores y más, El Camino a la Felicidad se ha convertido en un movimiento por derecho propio en Colombia. Declarando que la raíz de la violencia colombiana se encuentra “no en la política, sino en el alma de nuestra gente”, los editores de El Tiempo reimprimieron selecciones del folleto para calmar los disturbios generales. Con el mismo propósito, los comandantes de la policía colombiana ordenaron que se distribuyeran ejemplares del folleto entre los soldados destacados en las zonas con problemas narcopolíticos. Incluso el coordinador nacional de la rama del departamento de policía especialista en la criminalidad juvenil dirigió la distribución a través de unas cuarenta unidades de patrulleros. El Ministro de Educación posteriormente autorizó los folletos como un recurso adicional educativo para todos los planes de estudio de enseñanza primaria. A partir de entonces y de forma directamente coincidente: el asesinato relacionado con las drogas se desplomó hasta alcanzar su punto más bajo en décadas.
Hoy indudablemente, el ataque popular contra el deterioro de la moral es omnipresente en la sociedad colombiana. Casi todos los referéndums políticos lo mencionan y ha sido motivo de gran cantidad de artículos, libros y reportajes. Hasta qué punto este grito a viva voz por un resurgimiento moral ha sido provocado por el trabajo del Sr. Hubbard es, por supuesto, difícil de decir. Pero con su Camino a la Felicidad él ha marcado claramente un nuevo rumbo hacia la paz, una mayor tolerancia y confianza entre la gente.